El agua constituye más de la mitad de la masa corporal total (el 60% en el hombre adulto y el 54% en la mujer).
El agua tiene la función de transportar nutrientes y otras sustancias en el sistema circulatorio, es la vía para excretar productos de desecho y eliminar toxinas (a través del sistema cardiovascular, el renal y el hepático) y, además, lubrica y provee soporte estructural a los tejidos y a las articulaciones.
El agua está distribuida en el organismo en tres grandes compartimentos, intracelular (dentro de las células), intravascular (se encuentra dentro de los vasos sanguíneos) e intersticial (se encuentra entre ambos, o sea, en los tejidos alrededor de las células).
Las causas pueden ser de estilo de vida (sedentarismo), fluctuaciones hormonales (embarazo, lactancia, premenstruación), desequilibrio en la ingesta de bebidas o enfermedades como cirrosis, insuficiencia cardiaca, hipertensión arterial, cáncer o desnutrición. También son causa de retención hídrica los procesos inflamatorios y alérgicos, así como la toma de algunos medicamentos como corticoides, antiinflamatorios o anticonceptivos orales.
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